POESÍA 1


Empíreo

Él caminaba por un suelo más alto
como un alma no ligada a carne humana.
La oscuridad suplicaba,
exigía que abandonara su búsqueda 
y que igualara el desplazamiento lento de los otros.
Pero su sendero se desenrolló como una pelota de hilo
enviada arriba
sólo para caer en una oración de luz.
Colisiones con fatalidad lo descarrilaban
y le mandaban los deseos de la oscuridad.
El relámpago del deseo.
La maldición de sueños vacíos.
El testimonio de horrores innombrables.

Él se reía de lo absurdo,
aunque consciente de las ondas oscuras
que lo tocaban.
La humanidad era una hoja lisa de papel blanco
esperando ser coloreada y arrugada
en fragmentos de botín para el cazador de bestias.
¿Por qué esperaron?
La paleta era para que ellos la tomaran.
La “distancia” los traicionó.
La tumba superficial del profundo corazón
mató su fe.

Él sabía,
pero no podía formar las palabras,
ni dibujar el mapa.
Los rastros ancianos del empíreo
resistieron la definición.
Del paraíso perdido a la manta silenciosa
del más claro pensamiento,
de la mente más solitaria.